Una experiencia personal

crecimiento personal con caballos

Empecé a montar a caballo a los 14 años, aunque había tratado con ellos desde bien pequeña por afición de la familia. Para aquellos que no tengáis contacto con el mundo ecuestre, os explico algunas de las características de este animal para que entendáis mejor por qué se utilizan en coaching.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que es un herbívoro y es un animal de presa. Esto quiere decir que su naturaleza le llevará siempre a huir para no ser cazado por un depredador.

A diferencia de perros y gatos, incluso de las personas, el potro se pone de pie y empieza a correr a las pocas horas de nacer; y es que, si no se apresura, corre el riesgo de que lo ataquen. El caballo siempre está alerta de lo que pasa en su entorno y está preparado para salir corriendo al mínimo movimiento o ruido amenazador. Su morfología, de hecho, está pensada para ello: por ejemplo, tiene los ojos a los lados de la cabeza para una vista panorámica y de largo alcance y sus orejas pueden rotar 180º para poder escuchar cualquier ruido esté donde esté.

Por otro lado, el caballo es un animal social, es decir, en su entorno natural vive en manada, en la que cada uno tiene un rol marcado. Todos siguen al líder, un caballo fuerte que protege al resto y que ha asimilado este papel de forma natural, por lo tanto, tendrá ciertas características que le hacen ser respetado por el resto de la manada.

En cuanto a la relación de los caballos con las personas, por suerte, en los últimos años va ganando terreno una tendencia respetuosa y natural. Ya no buscamos imponernos por la fuerza ni que el caballo haga lo que le pedimos a base de golpes, sino que establecemos un diálogo con él, ser sus compañeros, siendo conscientes de su naturaleza y procurando entender el porqué de sus  reacciones. Esta manera de montar y de disfrutar de los caballos se basa, en gran parte, en la observación: cómo se mueve, cómo reacciona, el movimiento de su cara, la expresión de sus ojos, su comportamiento con otros caballos y con las personas, etc.
Este aprendizaje -y, en consecuencia, este punto de vista diferente- me hizo ver las sesiones de coaching desde otra perspectiva.

Conocí a Eliane Bernard por casualidad y en un momento de mi vida en el que buscaba un cambio a nivel profesional (quizás no fue tanta casualidad…), así que me animé a participar en el curso de crecimiento personal. La primera sesión se centraba en el estar presente: ¿qué quería decir eso? Disfrutar del momento, de la vida, dejar fluir, ser conscientes de nuestro cuerpo y ser transparentes ante los demás. Pues, fijaos, así es exactamente como son los caballos: no pretenden ser algo que no son, van a mostrarse ante ti de la manera que sienten, si están enfadados, tristes o alegres te lo enseñarán a través del lenguaje corporal.
En todos los ejercicios que realizamos en el curso, los caballos de Eliane reflejaban la situación que vivíamos y mimetizaban con nuestras emociones, así, si no sabíamos interpretar lo que estaba pasando, el caballo nos ayudaba. Además, como os explicaba antes, los caballos se acercan al líder, buscan siempre a un referente en el que confiar y que, ahí está el secreto, esté presente.
Después del curso me reafirmo en que los caballos no dejan de sorprenderme. Sabía que eran animales sensibles, que nos entienden y que son transparentes, pero nunca puedes llegar a imaginar hasta qué punto. Estoy esperando a poder realizar los niveles dos y tres y disfrutar de estos animales de cuatro patas y seguir aprendiendo de ellos: os aseguro que no dejan
a nadie indiferente. Laura Ventura, periodista y colaboradora Equisens

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